Nota: Las siguientes historias, aunque son ficticias, están basadas en hechos reales de mi propia vida laboral.
Un día martes común y corriente, dos empleados con perfiles muy similares en cuanto a su cargo actual y sus responsabilidades personales, por restructuración corporativa, son despedidos de sus trabajos. Es decir, ambos trabajaron largas horas durante años para llegar a los puestos gerenciales donde se encontraban ese martes. Ambos son cabeza de familia y como tal son responsables por cubrir la gran mayoría de los gastos de sus parejos e hijos.
En medio de sus similitudes, existe una gran diferencia entre estos dos profesionales. Y es ¿que hicieron esa tarde para procesar la noticia?
Ella se sentó en la banca de un parque, con una copia de su hoja de vida en mano sobre la cual empezó a tomar notas y a hacer una lista de todo lo aprendido en su cargo mas reciente – el cual ocupó hasta esa mañana soleada.
Completada su tarea, llegó a casa a revisar la base de datos en su iPhone con el objetivo de identificar a 10 personas que podría llamar la mañana siguiente para explorar nuevas oportunidades de empleo y/o de negocio. Con mente mas clara, llamó a su parejo al cuarto y le dio la noticia del despedido. Seguidamente compartió con el su plan de acción el cual incluyo invertir la liquidación que recibiría para cubrir parte de los gastos de la casa con el menor impacto a los ahorros que algún día pagarían por la educación de sus hijos gemelos.
A una manzana de estos hechos, se encontraba el otro profesional sentado en la barra del bar de uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad tomando el mejor whisky de la carta. Aun no sabia cual era su plan, por ahora solo sabia que necesitaba relajarse antes de llegar a casa a contarle a su pareja la noticia. Para enfrentar esa situación había empezado a repasar un guión en su mente el cual incluía contarle a su esposa lo injusta que había sido su jefe, y que seguro lo despidió por feminista. Le aseguraría que había suficiente evidencia para ganar una demanda contra la empresa por despido “sin justa causa” y así demostrarles quien era el hombre de verdad. Decidió llamar a su amigo el abogado.
Lo más importante de estas dos respuestas a una misma situación es entender ¿por qué? cada uno respondió a su manera. Es decir, ¿cual es la causa de nuestras decisiones y reacciones? ¿Y porque es tan importante conocerla?
Nuestra filosofía profesional es el ADN de nuestras decisiones y reacciones, desde las más cotidianas como las de mayor trascendencia en nuestra vida laboral. Es importante ya que nos da pistas sustanciales acerca de nuestra calidad de vida. Es decir, lo que decidimos y como reaccionamos frente a cada situación, determina los resultados que obtenemos. Es la suma de esos resultados que obtenemos momento a momento, que determina la calidad de vida que alcanzamos. Siendo así, si buscamos cambiar nuestra calidad de vida lo más efectivo es cambiar nuestra filosofía profesional (no el restaurante donde almorzamos).
Puesto de otra manera, nuestra filosofía profesional es el lente por medio el cual miramos al mundo a nuestro alrededor. Como tal es el motor de nuestras decisiones y reacciones. Estas a su vez determinan los resultados alcanzados, que como piezas en un rompecabezas, forman nuestra calidad de vida.
La materia prima de este lente, es decir de nuestra filosofía profesional, es el poder o la victimización. Usando como referencia la situación anteriormente descrita, aunque parecería que el profesional armado de un abogado tiene mas poder que la profesional que solo tiene su hoja de vida y su iPhone, la realidad es lo opuesto. Al sentirse agredido (y victimizado) por la situación, el profesional buscó justicia antes de buscar soluciones reales. En cambio, la profesional nunca soltó el poder y fue precisamente desde su posición de poder que tuvo la claridad mental para rápidamente buscar soluciones y no perder tiempo apuntando dedos.
Cosa que nos lleva a preguntar ¿tenemos la posibilidad de escoger como miramos el mundo a nuestro alrededor; desde la silla del poder o desde la perspectiva de victimas?
Claro que si.
En la gran mayoría de los casos, la perspectiva actual de una persona, es decir el lente por medio el cual mira el mundo, fue aprendida durante la infancia de adultos y en general de figuras de autoridad a su alrededor. De muchas formas, de niños, todos compramos el lente de poder o de victima del adulto que mayor poder de influencia ejerce sobre nosotros. Como tal, así como aprendimos lo uno o lo otro, es posible desaprender y luego aprender algo diferente.
El proceso de cambio empieza por identificar cual de los dos lentes adquiriste/compraste durante tu niñez. Una de las pistas mas dicientes es si ante situaciones que te hacen sentir retada, como cuando el costo de un proyecto es más alto que lo presupuestado, tu respuesta automática es buscar a quien culpar o en vez tomas responsabilidad y te enfocas en encontrar soluciones. Otra pista reveladora es si frente a situaciones para las cuales no conoces su causa, como cuando un cliente no regresa tu llamada durante toda una semana, automáticamente tiendes a ser pesimista y piensas en el peor escenario o si en vez tiendes a ser optimista y das el beneficio de la duda.
El camino hacia cambiar el lente por medio el cual miras el mundo y como tal cambiar como respondes ante situaciones y como consecuencia cambiar tu actual calidad de vida, continua con la observación consciente, momento a momento, de tu toma de decisiones y de tus reacciones. ¿Lo haces desde la silla del poder – y sientes que influyes sobre situaciones – y como tal propones soluciones y das el beneficio de la duda? ¿O en vez te sientes victima – y que situaciones ocurren sobre ti – y como tal buscas apuntar dedos y eres pesimista y piensas en el peor de los casos?
¿Cómo prefieres sentirte?
Buena semana.