“Solo quiero estar tranquila” – explican unas. Como si la tranquilidad fuera una profesión a la cual es digno aspirar. (¿Será que cuando pequeñas también se les oía decir “Mamá – cuando grande quiero ser…”?)
A otros se les oye preguntar “¿y para que hacer mas de lo necesario – si eso es suficiente?” Como si el esfuerzo fuera una masa tangible que se gasta – y por tanto se debe usar de a poquitos.
Y la frase que más suena como uñas deslizándose sobre un tablero es cuando alguien responde “nada mal” a la pregunta “¿como estas?” Sigo sin entender como se siente estar ‘nada mal’. (Espero que tu tampoco entiendas.)
Lo que busco averiguar de aquellas personas que aspiran a la mera subsistencia – y con eso me refiero a aquellos que a toda costa se agarran de su tranquilidad, o se adscriben al mínimo esfuerzo – es: ¿que creen que hay al otro lado? Al lado donde habitan los ambiciosos, motivados, disciplinados, determinados y proactivos. ¿Será que aquellos que buscan permanecer transitando cuidadosamente dentro de los limites de su zona de comodidad creen que afuera les espera un abismo (al estilo del mundo pre Cristóbal Colon) donde reina el dolor y la infelicidad?
Es cierto que el debate acerca de que hace feliz a los seres humanos sigue sin conclusión. Hasta el momento la única conclusión categórica es que no existe tal cosa como una definición universal de felicidad. Ya que la felicidad es relativa a la circunstancia de cada individuo. Los espirituales del Oeste dicen que la felicidad esta en conectar con un ser supremo. Mientras que los más científicos dicen que no es posible que exista un ser supremo. A la vez los filósofos del Este dicen que la clave de ser feliz esta en no desear – y estar agradecido con el ahora. Aun así en el mundo entero están quienes creen que el que tiene más juguetes – y carteras y zapatos – es el mas dichoso. Y así sigue el carrusel dando vueltas impulsado por la naturaleza mercurial de la felicidad. Por tanto juzgar la felicidad de uno por medio del lente de otro es pura alucinación.
Aun así, es claro que lo que guía ha aquellos que buscan felicidad en la ley del mínimo esfuerzo es diferente a lo que motiva a aquellos que buscan felicidad en metas ambiciosas, y por lo tanto creen en esforzarse, sobrepasar retos y resolver problemas.
Y ¿si lo anterior es cierto, será que cambiar de bando – del mundo pasivo y reactivo al mundo activo y responsivo – es tan sencillo como cambiar las preguntas que nos hacemos a nosotros mismos, en la privacidad de nuestras mentes?
Para responderte, te invito a que observes que tan diferentes son tus respuestas a las siguientes dos preguntas:
“¿Qué debo hacer para no sentir dolor?” Vs. “¿Qué me emociona?”
Si observas bien, te darás cuenta que la primera pregunta busca prevenir un estado no deseado. Por tanto es escapista en su esencia y crea una sensación de que le estas huyendo al golpe de un palo imaginario. Mientras que el segundo cuestionamiento tiene como objetivo alcanzar un estado placentero. Por ser ambicioso en su esencia, crea una sensación de que estas persiguiendo una zanahoria (en jugo con jengibre) imaginaria.
Entonces si lo que buscas es cambiar de bando, es esencial que seas consciente del tema central de tu playlist mental. Cual es: ¿Huirle al dolor – o perseguir emoción?
Piénsalo bien ya que más que tu respuesta, es tu pregunta la que tendrá un mayor impacto sobre tu calidad de vida y los resultados que obtienes – en tu trabajo y vida en general. Si pasas huyendo al dolor – posiblemente lograras minimizar el dolor en tu vida. Pero posiblemente lo harás a costas de no sentir mucha emoción. Y ¿quien quiere eso?
Buena semana.
Y gracias lifehacker por la foto. Aclaro que soy imparcial a marcas de equipos MP3.