Soy consciente de que no es poca cosa retar a la Real Academia Española – más aun cuando, como yo, no se tiene un título en lingüística ni en el lenguaje español. Aun en vista del riesgo que corro al retar a una institución considerada una autoridad, considero aun más riesgoso continuar viviendo con la definición que ofrece esta institución para la palabra responsabilidad: “compromiso u obligación de tipo moral que surge de la posible equivocación cometida por un individuo en un asunto específico.”
Siendo que la responsabilidad es una de las herramientas más poderosas en el camino al éxito laboral, no es accidental que lo considero mi responsabilidad con ustedes mis lectores proponer una definición considerablemente más útil para el siglo 21.
Al acercar la mirada a la palabra responsabilidad – te darás cuenta que está compuesta por dos palabras: responder + habilidad. Así es. Cuando aceptas responsabilidad frente a una situación, reto y demás, estas reconociendo tu habilidad de responder. Cuando haces lo contrario – y evades o culpas a otros – comunicas (ni tan en silencio) que no cuentas con la habilidad para responder.
La creencia masiva va que aceptar responsabilidad suma a la carga del responsable – y que ligero de equipaje anda quien echa la culpa a otros. La realidad es que asumir responsabilidad te libera al ponerte en la silla del poder para responder frente a una situación. Por el contrario, cuando culpas, sueltas ese poder – y quedas a la merced de factores externos que no controlas.
Buena semana.