¿Has trabajado con un jefe que es genuinamente amigable?; ¿qué te saluda con sinceridad todos los días?; ¿te pregunta ‘como estas’ – y escucha atentamente a tu respuesta?; ¿ofrece su apoyo cuando nota que la carga laboral está muy alta?; ¿procura darte retroalimentación constructiva cuando has cometido un error?; y ¿reconoce tus retos y celebra tus logros – con la misma emoción como si fueran propios?
Yo sí.
También he trabajado con una jefe que solo me hablaba de ella (ad nauseaum); de sus alcances y sus problemas. Nunca paró a preguntar acerca de mi bienestar personal ni laboral. Si lo hizo fue evidentemente porque cumplía con un formalismo – así es que no escucho mi respuesta. Nunca me expresó compasión – ni mucho menos consideración por mis retos, ni emoción por mis logros. En la oficina reinaba un ambiente de ‘cada uno por sí mismo’.
En ambos puestos di lo mejor de mí, alcance resultados y aprendí lecciones importantes.
La gran diferencia es que a la primer jefe la llegue a admirar – y hoy la imito en algunos aspectos de mi propia práctica como jefe. Si tuviera la oportunidad, la invitaría a participar en negocios – y hasta la volvería a escoger de jefe. A la segunda, aunque nunca entró en cuestión su competencia y preparación profesional – y sé que alcanzaba resultados para la empresa, no la considero candidata para un equipo de trabajo, ni mucho menos socia para un negocio.
Aun en vista de estas experiencias, sigo creyendo que es mejor ser respetado que querido. También creo en lo que dijo Bill Cosby: ”no sé la clave del éxito, pero la clave del fracaso es buscar que todos gusten de ti.”
Es gracias a las anteriores dos experiencias laborales que hoy sé que para ser respetado – e influenciar a otros – ayuda ser querido. También sé que en la ausencia del respeto y el poder de influencia – ambos se ganan con competencia profesional y consecución de resultados– de nada sirve “ser buena gente” y que gusten de uno.
Entonces aclaro que la razón porque la primera jefe que menciono arriba tuvo un impacto positivo sobre mi carrera que aún perdura no es porque la considero “buena gente”. Más bien considero que con inteligencia emocional logró humanizar la situación laboral. Lo logró por medio de la compasión, la buena escucha y la colaboración. Hoy la considero digna de imitar. Me enseñó que lo humano no es antónimo de productivo.
A la segunda jefe la recuerdo por enseñarme como no hacer las cosas. Sospecho que temía que ser demasiado humana le quitaría a su productividad.
¿Tu cómo quieres ser recordado por tu equipo y colegas?
Me parece totalmente cierto. Por Anos trate de ser buena y que le cayeram bien a todos mis client es.Hace Apenas UNOs Anos entendi que es cuando te haces respectar, es que Los clientes que te lleguen seran por que respetan tu Trabajo y asi, si se puede trabajar y Los dos quedamos contents y agradecidos .gracias por compartirlo.