Tratado sobre la impaciencia (o la cura para pataletas de adultos)


pause_button-285x300Irónico como lo que me ha llevado hoy a buscar una solución a mi impaciencia – es la poca paciencia que le tengo a mi falta de paciencia. Y que sorpresa la que me lleve al descubrir que la causa de mi impaciencia es mi falta de creatividad para responder frente a situaciones sobre las cuales no ejerzo un control directo.

Apúrate – ponte los tenis y te muestro a que me refiero.

Empecemos ¿porque es tan importante encontrar la cura a la impaciencia – y tornarse en un profesional mas paciente?

Sea o no nuestra voluntad – el mundo externo ocurre. El dólar sube y baja; los precios suben y bajan (¡o sorpresa! – no solo suben); los taxis y los buses se nos atraviesan en las calles; y los procesos burocráticos continúan existiendo.   Así – de manera perpetua, sin nosotros controlarlo y muchas veces sin desearlo, el mundo va ocurriendo a nuestro alrededor.   Siendo así durante cada nanosegundo de nuestra jornada diaria tenemos la opción de tornar cada situación a nuestro favor – o dejar que la situación nos afecte de manera negativa.

Si – con la anterior frase quiero decir que esta en nuestro control aprovechar los cambios en la macroeconomía; gozarnos el trancón camino a casa y las filas interminables en la DIAN.

Ahí va la primera pista acerca de la paciencia. La paciencia no es un atributo con el cual se nace – o no se nace. He escuchado a algunos decir frases como “yo si que no tengo paciencia, o yo si que soy impaciente.” Como si la paciencia fuera un atributo físico como el color de pelo de una persona. La paciencia es una habilidad que se aprende o no se aprende – como montar en bicicleta. Y me puedo quedar aquí sentada refunfuñando que mis padres no me la enseñaron – y pasar el resto de mi vida sin aprender una habilidad que considero traerá mucho placer a mi vida – y que además es integral para el éxito profesional.

Leíste bien.   La persona paciente no solo disfruta mas de la vida, también es mas eficiente porque en vez de perder tiempo y energía yendo contra el fluir natural es capaz de acoplarse a la inercia de la vida. Y hasta sacar provecho de eso que parece “lento”.

Entonces la segunda pista acerca de la paciencia es que cuando nos impacientamos es porque estamos tratando de cambiar algo sobre lo cual creemos controlar pero en realidad no ejercemos control. Noticia de ultima de hora para los que se consideran todopoderosos: la realidad es que como individuos no controlamos mucho a nuestro alrededor. Por ejemplo esta fuera de nuestro control el tiempo que toma a un cliente decidir si nos compra o no. Esta en nuestro control ganar su confianza y de esa manera influir sobre su decisión – pero cada individuo se mueve a su propio ritmo.  Inevitablemente unos son mas rápidos que otros.

La pregunta es – ¿es posible ampliar nuestro circulo de control hasta llegar a controlar aquello que actualmente no controlamos – como el tiempo que toma un cliente en decidirse y un trancón? ¿Es decir nos toca manejar nuestras expectativas y conformarnos con lo que no controlamos – o podemos hacer algo al respecto?   Aunque no es tan factible controlar algo que esta fuera de nuestro control – si es posible ejercer control de manera indirecta sobre eso mismo.

Por ejemplo – por muchos madrazos que peguemos en realidad no controlamos el trancón a las horas criticas. Un trancón se forma por varios factores ajenos a nosotros – como la falta de diseño del área urbana, el numero de carros que los habitantes de la ciudad en que vivimos han adquirido y que tanto saben manejar sus conductores.   Siendo que muchos no controlamos si evitamos o no el trancón siendo que debemos estar en la oficina a una determinada hora, si controlamos si aprovechamos o no el tiempo que pasamos en trafico – sin alterar de manera alguna el trancón. Si optamos por aprovechar el tiempo que permanecemos dentro del carro – posiblemente lleguemos a ver el trancón como algo positivo en nuestro día. Por ejemplo, el tiempo en trafico puede ser un espacio para leer mails, escuchar las noticias, o para decantar el día y planear – y así llegar a casa con la mente despejada, listos para pasar tiempo en familia.

Siendo así, es clave identificar, en el menor tiempo posible, aquello que si controlamos y trabajar sobre eso – en vez de perder tiempo y energía tratando de cambiar lo que no controlamos.

Por muchos años pensé que perseguir resultados y soluciones con inmediatez era evidencia de mi ambición profesional. Equivocadamente, en vez de cultivar un sentido de urgencia, pase años cultivando mi sentido de impaciencia. ¡O gran diferencia!

Cuando sentía mi rostro calentarse frente al paso lento de algo – como que alguien en mi equipo se demorara mas de lo esperado en entregarme una presentación – me decía a mi misma algo como – ‘esta bien molestarme – yo estoy haciendo mi trabajo – es la otra persona la que es lenta y laxa.’ Y así continuaba impaciente – muchas veces ofuscada – hasta recibir lo que buscaba de esa persona.

Por el retrovisor veo que esa respuesta de ‘molestarme’ era realmente una perdida de mi energía y mi tiempo – y poco apuraba a mi colega. En vez de molestarme – he podido aceptar el ritmo de mi colega – y buscar una tarea productiva que realmente avanzara esa situación u otra oportunidad o proyecto.  Es exactamente como respondo hoy a los diferentes ritmos de las personas con quien trabajo – sean colegas o clientes. Primero reconozco que cada persona tiene su propio ritmo – y no es porque unos son flojos y otros no.   Sin duda hay limites – y dentro del rango de lo que es aceptable – hay variaciones.

Así la realidad, busco trabajar en varios proyectos y oportunidades a la vez. Tengo un pipeline de oportunidades y proyectos – los cuales están divididos en pequeñas o mini tareas. Mientras una mini tarea de un proyecto se resuelve o avanza – trabajo en otra mini tarea de otro proyecto. Así nunca siento que no estoy avanzando – y tampoco me molestan los diferentes ritmos de los demás.

¿Entonces será que finalmente encontré la clave para una existencia calmada – libre de malgenio e impaciencia?

De por vida seré un trabajo en progreso. Aun así he aprendido que lo que me molesta de una situación no es la situación en si – en vez, me molesta sentir que no estoy en control. La falta de control actúa como la tracción funciona en el mundo físico. Sin entrar en demasiados detalles técnicos, cuando una rueda de carro patina es porque los dientes de la rueda no engranan con la superficie – y sale el carro a resbalarse. Lo mismo ocurre en el mundo emocional. Cuando frente a una situación nos paramos en un punto de vista que no engrana – o que no ejerce control sobre la situación – muchas veces sentimos que patinamos – y eso causa mal genio, miedo, impaciencia etc.

La clave radica en parar de tratar de mover un edificio con un dedo (equivalente a tratar de acabar con un trancón a punta de madrazos) y enfocarte en lo que si controlas.

El otro día, después de una larga jornada de trabajo, me fui caminando de la oficina al trabajo. Teniendo la opción, hubiera escogido no caminar puesto que calzaba tacones y mi laptop, aunque su fabricante describe el modelo como Air, cargarlo es lejos de cargar aire. Emprendí la caminata sintiéndome derrotada y agobiada. Fue cuando pause y poco después entendí que aunque no controlaba si caminaba o no a casa – siendo que no soy dueña de un carro y no pasaban taxis libres – si podía sentir que caminar a casa había sido mi elección y no una imposición – puesto que era mi mejor opción de transporte en una ciudad que colapsa por el trafico en hora pico. Mas aun, caí en cuenta que mientras otros estaban sentados en un carro – atrapados – yo andaba en la calle – libre – estirando mis piernas y decantando mi día. Casi como por arte de magia mi bolso se sintió mas liviano – casi como si cargara aire; mis tacones ya no incomodaban. Sin cambiar mis zapatos o deshacerme de mi bolso pesado, logre cambiar mi percepción de control sobre la situación. Y eso marcó la diferencia. Llegue a casa con una sonrisa – sintiéndome contenta por mis logros del día.

¿Adivina que controlas siempre – sin falta? Tu punto de vista – el cual es expresado constantemente por la vocecita interna que toca dentro de tu cabeza. Frente a cualquier situación tienes la opción de pausar – y escuchar que te esta diciendo esa vocecita interna. Luego tienes la opción de cambiar como te describes a ti misma esa situación.

Esto es clave siendo que esa descripción que te auto proporcionas por medio de tu vocecita interna determina que crees y por ende como respondes frente a una situación. Tu vocecita interna actúa como tu línea de vida (o salvavidas) frente al mundo – siendo que es lo que siempre – sin excepción, controlas. Sueltas el control sobre ese aspecto – y patinaras. Tomas las riendas sobre tu vocecita interna – y ¡bienvenida la calma!

Entonces ¿hoy en día que tiene de malo los mensajes que te proporciona tu vocecita interna acerca del mundo externo? Cuando te impacientas, o te molestas, o te frustras, tu vocecita interna te esta mandando mensajes frente a lo que no controlas. Es decir – esta describiendo la situación desde un punto de vista ‘pesimista’. Si con intención usas tu creatividad para encontrar el lado positivo de una situación – o lo que si controlas – te apuesto que se te pasara el sentimiento de impaciencia, de molestia o frustración.

¿No me crees? Piensa porque cuando te alteras emocionalmente eventualmente te calmas. Es decir ¿porque pocos podemos sostener mal genio durante un día entero? Precisamente porque eventualmente nuestra vocecita interna para de enviar los mensajes que causaron nuestra alteración emocional. En cierta forma la vocecita interna se cansa – y se calla – o se enfoca en algo diferente. Cuando eso pasa – mejora nuestro genio.

Observa como un padre calma a un bebe. El bebe llora porque cree que algo a su alrededor que no controla es amenazador, sea la falta de comida, o de sueño – o la presencia de un espanto en un armario de la casa. El bebe para de llorar – o se calma – una vez el padre logra convencerlo que no hay amenazas – que todo esta bajo control. Sea que le de comer, lo arrulle para que duerma – o le muestre que no hay nada ni nadie en el armario.

Los adultos ya no tenemos a un padre a nuestra disposición para que nos calme. Si tenemos nuestra creatividad para lograr el mismo efecto.

Lo que predico (y trato de practicar) es que en vez de quedarte pasivamente esperando a que tu vocecita interna o se calle – o cambie de enfoque – te estoy mostrando que es posible ser proactiva y controlar como describes el mundo a tu alrededor.

Apuesto que estas sentada pensado algo como ‘seguro – todo esto suena muy bonito sobre la pantalla. Pero en la practica – cuando estoy fuera de mis cabales, con la cara caliente – en pleno campo de acción, ni creas que voy a pausar y escuchar a mi vocecita interna.’

La sabiduría judía enseña que antes de hablar – se debe pensar diez veces. Sin necesidad de llegar a la meta propuesta por el judaísmo, lograr ser mas pausados y pacientes es cuestión de practica. El primer paso es reconocer que estamos tratando de cambiar aquello que no controlamos – de mover un edificio con un dedo. Ese reconocimiento da paso a la pausa.  Simplemente cuando sientas la necesidad intensa de pegar un grito – no lo hagas. En vez, pausa – y quédate en silencio. Aprovecha la situación para escuchar a tu vocecita interna. Eventualmente empezaras a cambiar su contenido.  En ese momento has encontrado la fuente de la calma en tu vida.

El proceso de transformación es parecido al de un bebe cuando aprende a hablar, empieza a pedir las cosas con palabras y sin llorar – sin pataletas.

Buena semana.

 

 

 

 

 

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