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Que esperar cuando no se espera

Recién completo un examen de personalidad – The Color Code – y entre los cuatro perfiles posibles soy mayoritariamente el color rojo (58%), un poquito color amarillo (18%), menos color azul (16%) y muy poco color blanco (8%).  La evaluación busca mostrar que nos mueve o motiva a hacer lo que hacemos.

Así las cosas, el color rojo representa la motivación de Poder, o la habilidad de moverse de “a” a “b” de la manera más eficiente posible.  Sin duda soy una persona eficiente, disciplinada y enfocada, pero los que mejor me conocen saben que mi motivación no es el poder en si, ni la eficiencia.  Más bien me guía un sentido de responsabilidad con el bien común.  Busco obtener resultados y ser constructiva – o moverme de ‘a’ a ‘b’ – porque creo que hacerlo conlleva a un bienestar general en los que me rodean.  Es decir veo que la ineficiencia, la inactividad y la irresponsabilidad son destructivas – y como tal los evito al máximo posible.

Por otro lado, el perfil amarillo, que según este modelo soy un 18%, representa la motivación de divertirse, de pasarla bien.  Aunque quizás te suene como un cliché, sin duda soy alguien quien trabaja duro y cuando juego me lo tomo igual de serio.   Algo que sorprende a muchos a mí alrededor ya que me identifican como una persona seria y enfocada – y no se esperan que sepa pasarla bien (o reírme de forma tan contagiosa).

Mi perfil, mayoritariamente rojo, en gran parte explica lo que recientemente viví y aprendí en un viaje a Bolivia durante el cual fui invitada (y consentida) por el Maestro Gastón Ugalde – conocido como el artista contemporáneo mas influyente de Bolivia – su hijo Mariano Ugalde y su señora Daniela.

Siendo el Maestro Ugalde de perfil mayoritariamente amarillo (‘pasarla bien todo el tiempo’ es su moto), quien lideraría el viaje a una de las maravillas naturales del mundo, el Salar de Uyuni, confieso que me tomo un tiempo aceptar su invitación, y hasta el ultimo día dude en ir.  Más que todo presentía que durante los 7 días que duraría el viaje, estaría soltando las riendas de mi vida, cosa que me sacaría de mi zona de comodidad.  Por fortuna acepte y me monte en una aventura que resulto siendo una experiencia que cambio mi vida – para bien*.

Entonces que puede aprender una persona como yo, quien es guiada por la eficiencia, de un espíritu libre como el del Maestro Gaston:

  1. Si yo no estoy en control – no quiere decir que no hay control.  Entender esto toma confiar en la diversidad humana.  Mi manera (o la tuya) no es la única manera que funciona.  Hay más de mil maneras de alcanzar el mismo resultado.  El modus operandi del Maestro Gaston es el caos ordenado.  Los equipos de trabajo más efectivos son los más diversos precisamente porque se nutren de varios puntos de vista.  La clave esta en manejar la diversidad para que funcione de forma complementaria.
  2. No estar en control no necesariamente conlleva a resultados negativos.  Aunque nos mojamos de pies a cabeza por un torrencial aguacero en medio de un frío de 4 grados centígrados; nos enteramos donde pasaríamos la noche tan solo horas antes de llegar al hotel; dormimos en un monasterio donde las únicas 3 toallas que había para secarnos entre 10 eran las de la monja a cargo; y nos transportamos de noche através de una carretera destapada, en un jeep cuyas luces solo alumbraban5 metros, el balance final fue muy positivo. Vale anotar que en medio del caos (ordenado) no hubo accidentes, ni robos, la incomodidad fue pasajera y se vivió con mucho buen sentido de humor.
  3. La espontaneidad es un aliado.  Lo inesperado no siempre es negativo.  Y no siempre para lo que se prepara es positivo.  Aunque predico en este blog acerca de la importancia de planear, descubrí que en ocasiones no tener un plan es el mejor plan.  Vale aclarar que para que la espontaneidad funcione – es decir conlleve a resultados positivos – es necesario ser recursivo para manejar y responder a las sorpresas que se presentan en el camino.  Como por ejemplo apuesto a que nuestros anfitriones no contaban con que ninguno de los 7 invitados vino preparado con botas de caucho para caminar sobre el agua del salar.  Entonces en medio de un carnaval (el de Oruro), cuando la mayoría de tiendas estaba cerrada, lograron conseguir botas en un mercado local.
  4. La actitud positiva es una necesidad.  Si la falta de plan se acompaña de una actitud de abundancia, de aceptación y optimismo, el resultado tiende a ser positivo. Es cuando se enfrenta a la incertidumbre con pesimismo que esta tiende a ser desastrosa.  Aunque tener un plan no es una cura para los imprevistos – si tiende a reducirlos.  Entonces cuando se anda sin plan, se esta mas expuesto a sorpresas – que de ser bien manejadas, tienden a tornarse en experiencias constructivas.
  5. Romper con patrones te ayuda a ver aquello que no sabes que no sabes.  Si caminas por el mismo camino, pues siempre veras lo mismo.  Y aunque aplicar sistemas y procesos conlleve a la eficiencia lo cual tiende a alcanzar resultados, romper con patrones en forma deliberada conlleva al aprendizaje.  Y es precisamente lo que viví.  Aunque sabia que algo diferente me esperaba en el viaje, no tenia manera de saber que me esperaba durante 7 días de no tener mi propio plan.  Así es que en vez de poner resistencia, finalmente decidí dejarme llevar.  Soltar las riendas fue lo que desencadeno una experiencia que más que ser memorable, se torno en un catalítico de vida.  Es decir, regrese a casa con el suiche prendido.

Recomiendo tratar cosas diferentes y nuevas de vez en cuando.  Yo ya tengo una cita conmigo misma de hacerlo mínimo una vez al año.  ¿Quien se le mide a Burning Man 2013?

 

Te gusta la foto? Montaje por el Maestro Gastón Ugalde, foto tomada por Paola Lozano.

*Si te interesa conocer el Salar de Uyuni con un local, avísame.  Con gusto te pongo en contacto con mis anfitriones.

La compasión no es solo para monjes

Después de seis meses de ausencia, esta semana decidí regresar a mi practica de Bikram yoga.  Buscando motivarme, desde la noche anterior me prepare, acostándome mas temprano que lo usual, y empacando mi mat y toalla.  Procurando llegar sin afán, salí de casa a las 5:40 AM cuando aun el sol no terminaba de asomarse.

Aunque fui a clase buscando estirar mi cuerpo y desconectarme de mi mente, al llegar al estudio, en típico estilo de la filosofía Yogui, encontré algo que no buscaba; una lección en liderazgo camuflada como un ejercicio de compasión.  Ya que luego de mas de 12 horas de anticipación y preparación, al llegar a la puerta del estudio a la 5:50am, me informaron que no habría clase ese día debido a un daño en los equipos de calefacción.

Al registrar la información en mi mente, he podido optar por ser autoritaria. Y seguidamente lanzarme a regañar a la señora que estaba atendiendo el estudio, regresar a casa a Twittear sobre lo ocurrido y escribirle un correo electrónico a la dueña del estudio diciéndole que eventualidades de esa índole son inaceptable ya que se debe ser preventivo y revisar los equipos la noche antes – no 15 minutos antes de clase. Hacer eso me hubiera dejado sin hacer ejercicio ese día – y seguramente de mal genio el resto de la mañana.

En vez escogí el camino de menor resistencia y mayor compasión.  Es decir, si yo me había visto afectada por el daño en el equipo, ¿se imaginan lo que le afecto a la dueña del estudio la perdida de los ingresos de una sesión?  (Piensa en renta, nomina y demás)

Así que luego de registrar lo que me habían informado, pause, considere mis opciones,  y me regrese los audífonos de mi iPod a los oídos, escogí la canción de Sheryl Crow Are You Strong Enough to be My Man, di media vuelta y empecé a caminar a casa, gozándome el sereno mañanero que mojaba mi pelo.  En vista de que eran las 6am, al llegar a casa recogí mis zapatos especiales para montar bicicleta y salí de nuevo, esta vez al gimnasio donde alcance a llegar a clase de Spinning a las 6:20am.

Entonces ¿que tiene que ver la compasión con el liderazgo?  ¿Acaso los lideres de talla mundial no son autoritarios, siempre tienen la razón y como tal se pueden dar el lujo de gritar a todo pulmón?

Si eso crees, sugiero reconsideres.  Ya que líder no es aquel que se estanca en un valle de emociones.  En vez, el verdadero líder es aquella persona con la capacidad de responder racionalmente ante cualquier situación, encontrar soluciones hasta a las pequeñas eventualidades que se presentan a diario – y recobrarse rápidamente para seguir liderando.

Como cuando se daña el equipo de proyección antes de una presentación. O cuando el cliente al cual se viajo a otra ciudad a visitar amanece enfermo y no llegara a la reunión – y llama a excusarse una hora antes.  O cuando el empleado encargado de procesar un despacho al cliente más importante tiene una emergencia en casa – y ese día no llegara a trabajar.  Y así sucesivamente, como en un partido de tenis, personas y situaciones a nuestro alrededor nos tiran bolas, unas más rápidas y con más spin que otras.  Entonces la pregunta es, ¿que tan preparada estas para responderlas, ganar el punto y seguir jugando? ¿Qué tan preparada estas para ser líder?

Sin duda que la respuesta no reside en reaccionar emocionalmente y dejarse achicopalar por la situación.  Esto detonaría un efecto de domino o posiblemente una avalancha en tu día. Y poco de líder tiene.

Entonces ¿como logras responder pausada y racionalmente y recuperarte rápidamente para seguir en el juego?  Es decir, ¿que hay detrás de una respuesta compasiva? (Pista: No es amor ni olor a incienso)

  1. Filosofía – Tu filosofía, o lo que crees, influye sobre tus acciones y decisiones, estas a su vez influyen sobre los resultados que obtienes.  Entonces si buscas cambiar tus resultados, presta atención a tu filosofía – y cámbiala.  Entiende que como respondes ante situaciones, sea que explotes o respondas con compasión, poco tiene que ver con tu experiencia laboral.  Más bien esta directamente relacionado con tu filosofía.  Si crees que todo tiene solución, así es.  Si crees que eres victima de situaciones y que todo lo malo te pasa a ti, así es. Vale anotar que para encontrar soluciones es necesario buscarlas, ya que estas, aunque existen, pocas veces caen del cielo.
  1. Responsabilidad (o Culpa) – Aunque a primera vista parezca que requiere mas esfuerzo tomar responsabilidad e idear soluciones a problemas, que echarle la culpa a los demás, la realidad es que con la toma de responsabilidad también viene el control.  Como tal,  el mundo laboral es considerablemente menos hostil y más ameno para los que se apropian de situaciones, que para aquellos que permanecen en la periferia apuntando dedos y evadiendo responsabilidad.  Los primeros creen que “yo no tengo la culpa que esto sucedió, pero si tengo la opción de responder con soluciones e ideas.”  Enfrentada con un reto, acuérdate que la ley del mínimo esfuerzo va de la mano con la ley del mínimo retorno.
  1. Temple – Si observas bien, los deportistas de talla mundial tienden a estar alertos en todo momento y a desplazarse con rapidez sobre el campo de juego.  En ningún momento se les ve arrastrar los pies – mismo cuando caminan a la banca para descasar.  En el campo laboral eso traduce a mantener nuestra energía fluyendo constantemente durante el transcurso de la jornada laboral,  pensar en la marcha y trabajar con un sentido de urgencia. Te garantizo que eso no se logra tomando más café – o Red Bull.  Lo logras tomando tu carrera en serio y sabiendo que el éxito sostenible se alcanza entregando lo mejor de ti todos los días, momento a momento.

Buena semana.