Hay mucho run run en el mundo de los negocios acerca de los beneficios de innovar. Una sola fuente, el Harvard Business Review, arroja más de 5,500 artículos acerca del tema. Google presentó 406,000,000 resultados.
En este post le pongo la lupa a la innovación que esta al alcance de cada uno de nosotros como empleados en nuestras responsabilidades diarias. En la practica, es la suma de cada uno de nuestros aportes individuales (y constantes), por muy pequeños que parezcan a primera vista, los que llevan a una organización a ser innovadora. En la ausencia de individuos innovadores hay poco que una organización puede alcanzar en ese espacio.
Sospecho que a las cuadriculadas (como yo) eso les causa como mínimo un cierto nivel de incomodidad. Esto debido a que usualmente la innovación es asociada con la creatividad, y esta ultima es vista como un don con que nacen artistas – sea que pinten, hagan esculturas, produzcan música y demás.
Entonces ¿es posible innovar en nuestro día a día siendo que uno no nació dotado artísticamente?
Evitemos caer en la trampa de buscar mayor claridad frente a definiciones, como “¿qué es ser artista?”, ya que torna más útil desmitificar la innovación. Lo primero es entender que ser creativo y crear no es lo mismo que innovar. Aunque innovar requiere un grado de creatividad, en el ámbito de los negocios la innovación va más allá. Es posible que un producto o servicio innovador haya nacido de un proceso creativo, pero hacer realidad esa idea y mas aun llevarla al mercado exitosamente, requiere un conjunto de sistemas y procesos que la creatividad no aporta. Por otro lado, el reto que enfrentan muchos frente a innovar es que por naturaleza, la innovación es mercurial. Es decir es complejo predecir cuando aparecerá una idea innovadora y como tal resulta relativamente difícil controlar su producción. Mas y mas el mundo de los negocios se esta dando cuenta de que por muchos departamentos, procesos y sistemas que existan, la innovación nace de un accidente feliz. No existe una receta como la de la Coca-Cola que una y otra vez arroja innovación. En vez, la innovación resulta bastante Zen. Entre más se busca, menos se encuentra. Por otro lado, y quizás lo mas relevante para nosotros los empleados que para el trabajo portamos tacones o corbatas en vez de espadriles o zapatos Converse* como tienden a hacer los artistas, es que la innovación esta compuesta de una serie de competencias que se pueden aprender. Tal como no se nace sabiendo hablar en público, o manejar un equipo, no se nace siendo innovador.
Aprender es tan sencillo como jugar con tu iPod**. Ya te explico.
Por ahora, la buena noticia es que por definición, la innovación es aportar una solución diferente a un mismo reto. Una pista importante la dejo Einstein quien genialmente dijo: Buscar diferentes resultados haciendo lo mismo, es locura. Eso quiere decir que para innovar es necesario cambiar y romper con la rutina.
Entra en escena tu iPod.
Así como es posible organizar tu música por artistas, álbumes, compilaciones, canciones, géneros y compositores entre lo principal, a un reto es posible mirarlo desde diferentes ángulos – y como tal encontrar diferentes soluciones o cursos de acción. Al cambiar como organizas tu música, descubrirás diferentes canciones y en general tendrás una experiencia diferente cada vez.
Transferido al mundo del trabajo, usemos de ejemplo al vendedor de un producto x, con una lista de clientes y la responsabilidad por alcanzar un presupuesto. El vendedor puede optar por organizar su lista de clientes por cercanía geográfica y de esa manera visitar a un mayor número de clientes en un menor tiempo. Al igual es posible que lo organice por industrias. Por ejemplo podría visitar a todos sus clientes de la industria de alimentos el mismo día y al siguiente día visitar a sus clientes en la industria de colchones – siendo que ambas industrias requieren de su producto. También podría organizar su lista por fecha de última compra y así visitar a aquellos clientes que no han comprado hace un tiempo. Además es posible organizar la lista de mayor a menor monto de compra en un determinado periodo de tiempo. De esa forma tendría una idea del Pareto – o del 20% de sus clientes que generan el 80% a 90 % de sus ventas. Siendo los anteriores tan solo unos ejemplos de maneras de abarcar el mismo reto de una diferente manera.
Sospecho que entre mis lectores, persiste la pregunta: ¿Qué manera de organizar y abarcar la lista de clientes resultaría en el mayor valor en ventas? La respuesta depende de la industria y de los hábitos de los clientes. Si por ejemplo las compras del producto x son cíclicas, seria poco productivo seguir una estrategia de proximidad geográfica. Más bien debe primar una que agrupe a los compradores de acuerdo a sus fechas de compra. Si por el contrario es difícil predecir cuando compran los clientes, resultaría útil seguir una estrategia de proximidad geográfica, y de esa manera cubrir el mayor numero de clientes en el menor tiempo posible para así no perderse de oportunidades.
Aun así, el punto del ejercicio fue demostrar como es posible innovar – aun cuando no se nace dotado de creatividad. El proceso inicia con la creencia de que la innovación es una competencia que se puede aprender, no un talento innato. Perdura con la certeza de que mirar lo mismo desde diferentes ángulos sin duda arroja opciones innovadoras.
Buena semana.
*Aunque aparente ser estereotípica mi descripción, tengo como evidencia 5 pares de zapatos Converse de mi madre (QDP) – quien fue artista.
**Apple Inc. no endorso este post.