Medio tiempo.


Soccer feverEs un hecho, soy hiperactiva.  Por lo tanto mirar fútbol en la televisión (que implica ver a otros moverse mientras yo estoy echada sobre una silla) es una amenaza contra mi existencia.

Entonces buscando algo para hacer en un sportsbar, (y aturdida por los gritos de los fanáticos ingleses a mi alrededor), deje mi mente correr.  Mas que todo busque aprender acerca de la esencia de un atleta profesional.  Es decir, ¿que diferencia a cada uno de esos jugadores de los miles de otros futbolistas que hoy no están en Sur África? 

Siendo que se lo ocupada que estas con la fiebre de fútbol – aquí comparto lo que aprendí – que creo te dará unas pistas para tu propia carrera:

  1. Sin su equipo no son nada.  Antes de que me linches por apuntar hacia algo que parece obvio, piensa en lo difícil que debe ser para una súper estrella de fútbol – con un súper ego (y una súper cuenta bancaria) – tener que depender en un equipo para sus logros. Aun así, lo hacen.  Desde Rooney, Kaka y Dunga, hasta Casillas y Messi – jugador de fútbol que se respete sabe jugar con su equipo.  Acuérdate de esto la próxima vez que pienses que en tu trabajo lo puedes lograr todo sola.
  2. Ser súper dotado no es suficiente. Claro que es una ventaja ser innatamente bueno en una actividad, pero para lograr ser de talla de mundial se necesita mas – mucho mas.  En su libro Outliers, Malcolm Gladwell cuantifica la disciplina que se necesita. El cálculo lo llama La Regla de las 10,000 Horas – que como su nombre lo dice, se necesita un promedio de 10,000 horas de práctica para lograr sobresalir.  Acuérdate de esto la próxima vez que pienses que ya tu trabajo termino porque eres innatamente mejor que muchos en una actividad.
  3. Sentir pasión no es un lujo.  Hay quienes piensan que amar lo que hacemos es privilegio de pocos.  Que es más que todo un lujo que se pueden dar aquellos que viven en una burbuja ya que no tienen cuentas por pagar.  Si hasta ahora estas de acuerdo con esta forma de pensar, te invito a que observes bien a esos jugadores de talla mundial.  Muchos vienen de hogares donde es un reto suplir necesidades básicas.  Aun así, si observas bien te darás cuenta que cada uno de esos jugadores ama jugar fútbol. Saben que es lo que los hace realmente felices. Y es ese sentimiento intenso – eso que llamamos pasión – es lo que les permite ser tan disciplinados.  Piénsalo.  Si esos jugadores no sintieran pasión, si esa energía no corriera por su cuerpo,  no habría suficiente Gatorade en el mundo para mantenerlos practicando 10,000 horas – hay veces bajo extremo calor, otras bajo la lluvia, otras bajo frío. Practicando para perfeccionar su talento innato – hasta llegar al punto que un balón parece parte de su cuerpo.  así que no te dejes confundir. La pasión no es solo el combustible de atletas profesionales, es un requisito para todos aquellos que buscan éxito profesional.
  4. Todo camino tiene riesgos.  Al comienzo de la carrera de cada uno de esos atletas profesionales, como es el caso en la carrera de cualquier profesional, es imposible saber que resultados dará ese talento y todas esas horas de práctica. Por lo tanto es un riesgo apoyar a cualquier profesional – por muy talentoso y disciplinado que sea.  Pero en parte es gracias a los riesgos que tomaron esas familias que su hijos estan en el mundial.  Aun así sostengo que se puede arriesgar de forma estratégica.  Por ejemplo, si estas pensando en abandonar tu trabajo actual para perseguir tu pasión, considera hacer ambas cosas.  Es decir, mantener un trabajo para sostener tu estilo de vida actual (pagar cuentas) y sacar tiempo para practicar lo que te apasiona.  No estoy sugiriendo que relegues tu pasión a la categoría de hobby.  (tan solo la palabra me causa alergia) Todo lo contrario. Sugiero, que si tanto amor sientes hacia algo, que busques tiempo para hacerlo – así sea que no te quede tiempo para hacer más.  De esta forma, no estarás arriesgando todo – pero estarás dedicando tiempo a lo que te apasiona.

Ahora si, ¡que la fiebre de fútbol corra por tu cuerpo!

 

Gracias al Boston Globe por la foto.

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